El miocardio es altamente resistente a la fatiga y tiene un alto número de mitocondrias las cuales lo capacitan para una respiración aeróbica contínua a través de la fosforilación oxidativa. El músculo cardíaco también posee gran cantidad mioglobina, lo que le otorga capacidad de almacenar oxígeno y nutrientes. El 60 % de la energía que consume el corazón deriva de las grasas, el 35 % de los carbohidratos, y el 5 % de los aminoácidos y cuerpos cetónicos.
El miocardio está compuesto por células musculares estriadas formadas por segmentos alternantes de filamentos de proteinas finas y gruesas. Como en el músculo esquelético, las proteínas estructurales primarias del músculo cardíaco son la actina y la miosina. El miocardio no solamente se puede contraer, sino que también puede llevar un potencial de acción de conducción eléctrica similar a las neuronas que constituyen los nervios. Algunas de las células también tienen la capacidad de generar un potencial de acción, conocido como automaticidad del músculo cardíaco. La irrigación sanguínea del miocardio es llevada a cabo por las arterias coronarias. El miocardio está sujeto a dos subconjuntos eléctricos de control. El control eléctrico de primer orden del miocardio se deriva del nodo sinusal. La propagación del control de primer orden del nodo sinusal está estrechamente ligada a descargas del sistema simpático. El control eléctrico de segundo orden del miocardio está bajo control de la influencia parasimpático, de los nervios de los ganglios vertebrales de la espina dorsal y del nervio vago.
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