Los astrocitos están asociados tanto a las neuronas como al resto del organismo. Un astrocito se encarga de aspectos básicos para el mantenimiento de la función de una neurona, entrelazándose alrededor de ésta para formar una red de sostén, y actuando así como una barrera filtradora entre la sangre y la neurona, lo que se conoce como la barrera hematoencefálica, que contiene regiones especializadas de alta conductancia que controlan el paso de nutrientes, oxígeno, vitaminas y hormonas hacia el tejido nervioso.
Hay dos clases principales de astrocitos: 1) astrocitos protoplasmáticos, que se encuentran principalmente en la sustancia gris, y poseen prolongaciones citoplasmáticas de forma muy variable; 2) astrocitos fibrosos, en cuyas prolongaciones hay una gran cantidad de fibrillas. Se encuentran, sobre todo en la sustancia blanca. Se distinguen fácilmente al tener prolongaciones más largas y menos ramificadas que los astrocitos protoplasmáticos.
Los astrocitos pueden responder a distintos neurotransmisores, como glutamato, GABA, acetilcolina, noradrenalina, etc., que son liberados por las neuronas cerebrales. A su vez, un astrocito puede también liberar neurotransmisores químicos. La transmisión de señales eléctricas en los astrocitos se da gracias a la molécula mensajera IP3 y el calcio. La IP3 activa los canales de calcio en las organelas celulares, liberándolo en el citoplasma del astrocito. Los iones de calcio así liberados estimulan la producción de más IP3 y el efecto neto es una onda eléctrica que se propaga de astrocito a astrocito.
Micrographía de un astrocito que ha sido aislado
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