De acuerdo a la longitud del axón, las neuronas se pueden clasificar en dos tipos: 1) neuronas Golgi tipo I, que poseen un axón largo que puede llegar a medir más de un metro; 2) neuronas Golgi tipo II, que poseen un axón corto, similar a una dendrita que termina cerca del soma. De acuerdo a la cobertura, el axón puede ser mielínico o amielínco. Un axón mielínico está recubierto por una capa de mielina, que es una sustancia grasosa producto de las células de Schwann y los oligodendrocitos, los cuales son células de sosten. La mielina que recubre al axón presenta una serie de hendiduras, llamadas nódulos de Ranvier, a lo largo del mismo. Esto facilita el impulso nervioso saltatorio. La mielina a su vez está recubierta por el neurilema, que una capa citoplasmática compuesta por células de Schwann.
Los axones son las líneas de transmisión principal del sistema nervioso y se agrupan en cordones para formar nervios. Un axón tiene un diámetro de tan solo 1 micrón. Si bien la mayoría de los axones de las neuronas de la corteza del cerebro no miden más que unos milímetros de longitud, los axones de las neuronas de la médula espinal pueden llegar a medir un metro de longitud.
Aparte de su función principal, que es la transmición del impulso nervioso desde el cuerpo de la neurona, el axón también tiene como función el transporte de orgánulos, enzimas, macromoléculas y metabolitos, el cual es una función de axoplasma en el que intervienen directamente los microtúbulos. Este transporte axoplásmico es vital para el mantenimiento del axón y de las células asociadas a él.
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