Las células ganglionares varían significativamente en tamaño y conecciones que establecen, pero todas ellas tienen la propiedad de tener un largo axón que se extiende hacia el cerebro. Estos axones ganglionares forman el nervio óptico, quiasma y tracto óptico. Un muy pequeño porcentaje de éstas células contribuyen a la visión, ya que son también fotosensitivas y sus axones forman también el tracto retinohipotalámico.
Hay alrededor de 1 millón y medio de células ganglionares en la retina del ojo humano. Cada una de ella puede establecer comunicación con diez o más células photoreceptoras (bastones y conos). Hay por lo menos cuatro clases de células ganglionares: 1) células ganglionares enanas, que proyectan sus axones hacia el núcleo geniculado lateral; 2) células ganglionares parasoles; 3) células ganglionares biestratificadas; 4) células ganglionares fotosensitivas.
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